30 de marzo de 2008

El ogro

Esta es la historia de un ogro que vivió, hace no demasiado tiempo, en un lugar no demasiado lejano. El ogro tenía una vida aparentemente normal, no solía meterse con los vecinos de su aldea, aunque a veces hacía cosas raras que preocupaban a los demás. Cosas de ogros, claro. Hasta que un día, salió de su cueva y raptó a una niña de cinco años. Entonces toda la aldea se volvió patas arriba. Los padres de la criatura empezaron a buscarla sin cesar, recorriendo cada rincón, cada valle, cada montaña, y a la búsqueda se fueron sumando cada vez más y más vecinos. Nadie pararía hasta que la pequeña volviera a casa, a ser posible, sana y salva. Alguno pensó que el ogro podía tener algo que ver, pero se ve que no le dio mucha importancia. Al fin y al cabo, sus cosas eran cosas de ogros que no importaban a nadie.

Pero resultó que pasaban los días, las semanas, los meses, y la pequeña no aparecía por ninguna parte. A estas alturas, toda la comarca andaba buscándola, pero nada. Y así, fue creciendo el miedo y la angustia de la familia de la niña, que ya empezaban a dudar si su hijita seguiría viva. Sin embargo, un día todas las dudas se disiparon, y todos los temores se confirmaron. Fue, creo recordar, una mañana, cuando un vecino de la zona encontró un cuerpo en el río. Lógicamente, se acercó para ver de qué se trataba y, desgraciadamente, ese mismo vecino tuvo que dar la voz de alarma. Había encontrado el cadáver de la niña.

Entonces todo el mundo se movilizó. Llegaron la policía, el juez para proceder al levantamiento, todos los familiares de la víctima, que ahora pedían que encontraran al que le había hecho aquello a su hija, y que se hiciera justicia. Creo que en ese momento alguien pensó que algo así sólo podía ser obra del ogro, aunque desde que la pequeña desapareció, nadie había vuelto a verlo por el pueblo. Pocos días después, la policía lo encontró en una cueva donde llevaba un tiempo escondido. Y de nuevo, las sospechas y los temores se confirmaron. El ogro, su mujer y su hermana, fueron arrestados por el crimen de la pequeña niña. Además, cuando la policía investigó, descubrió que no era la primera vez que el ogro hacía algo así. Bueno, sí era la primera vez que mataba a alguien, pero por lo visto ya le había hecho daño a otras dos niñas, una de ellas, su propia hija; y había intentado hacérselo a otra pequeña que, afortunadamente, pudo escapar a tiempo. Y por si fuera poco, también descubrieron que el ogro ya había sido juzgado y condenado por todos esos delitos, de los que el infeliz llegó a declararse totalmente inocente delante de las cámaras de televisión. Pero parece que, por obra de un juez incompetente, no había llegado a entrar en la cárcel como se pedía. Es decir, después de todas las cosas malas de ogro que hizo, le dejaron seguir en la calle, como si tal cosa. Como ya te puedes imaginar, esto no les sentó nada bien a la gente del pueblo, que pensaban, y con razón, que todo eso podía haberse evitado.

Y así fue como, al día siguiente de su detención, llevaron al ogro, su mujer y su hermana, a declarar delante del juez del pueblo, en un furgón de la policía y con fuertes medidas de seguridad, pues todas las gentes del pueblo lo esperaban para darle la bienvenida que un monstruo así se merecía. "Dejadnos la justicia a nosotros", pedían con las armas en alto. Hubo varios heridos, vecinos, policías, y periodistas que cubrían la noticia. Pero al ogro nadie podía hacerle nada. De modo que entró en los juzgados y declaró ante el juez, quien sentenció, ahora sí, que debía cumplir condena, pero no por haber matado a la niña, sino por todas las atrocidades cometidas anteriormente. Respecto al crimen, de momento, lo declararían presunto culpable, a la espera de que se celebrara el juicio. Claro, cualquiera que no supiera todo lo que sabían los vecinos del pueblo podía darse por satisfecho, el ogro iba a terminar en la cárcel. Pero ellos no se podían conformar con eso, porque sabían que ese monstruo debía llevar ya mucho tiempo entre rejas, y que, como digo, toda esa tragedia podía haberse evitado. Y por eso estuvieron durante varias horas esperando para aplicarle la condena que todos consideraban más justa. El criminal, que pague por lo que ha hecho. Pero no les dejaron acercarse a él, no pudieron hacerle nada. Así que, desde entonces, sólo les queda esperar a que la justicia decida, otra vez, que hacer con el monstruo asesino. Sólo esperan que esta vez actúe, como suele decirse, con todas las de la ley. Si no, no me extrañaría que también fueran a recibir un día al juez encargado del caso. No me extrañaría nada.

A Mari Luz, in memoriam.