1 de marzo de 2009

Historia de una locomotora abandonada

Era más o menos el año 1998, y mientras el resto de la humanidad temblaba pensando en el fin de siglo, el efecto 2000 y la entrada del euro, vosotros echabais a volar en un tren con forma de cabaña. Los dos solos, uno encargado de la palanca y otro de comprobar la situación de las vías, dejabais así el mundo entero a vuestros pies. Erais los mejores maquinistas, en la locomotora más bonita, del tren más rápido que nadie ha visto jamás. Y era vuestro, sólo vuestro, y de nadie más. Apenas teníais seis años, un nombre en común, y ya os habíais convertido en los mejores amigos, inseparables como las vías de aquel tren. Incluso un día te pidió matrimonio.

Y un día, sin más, te dijo que se iba. No te dijo a dónde, ni por qué, ni cómo. O sí te lo dijo, pero te daba igual. El caso es que él, tu mejor amigo, se iba para siempre, y la locomotora y tú os quedasteis terriblemente solas. Todavía te acuerdas de todo lo que lloraste.

Desde entonces, sólo lo has visto un par de veces, y de lejos. La primera fue cuando, un año después volvió de repente por el patio del colegio, y el orgullo, la vergüenza o vete tu a saber qué, sólo os dejaron deciros "hola" de lejos. Y mientras os quedabais con las ganas de volver a estar juntos otra vez, aunque solo fuera un ratito, él se iba a jugar al fútbol, con los niños, y tú volvías a tus cosas, con las niñas. Y la segunda, hace cuatro años, en los pasillos del Carrefour, aunque en ese caso los cordones de sus zapatos y la impaciencia de tu padre hicieron el resto. Casi ni podemos llamarla segunda vez, aunque tampoco parabas de llorar.

En fin. Así hasta hoy. Alguien te dijo una vez que lo vio por no se dónde, o que vive por no se cuántos. Hasta has llegado a pasarte por allí, por si suena la flauta, pero nada, tampoco ha habido suerte. Lleváis separados prácticamente diez años y, sin embargo, todavía te acuerdas de su nombre, de todo lo que os queríais, y de lo que corría vuestro tren.

Y por eso hoy, cuando me has dicho que cada vez que pasas por la puerta de vuestro colegio piensas en entrar y preguntar por él en Secretaría, no me ha quedado más opción que animarte a hacerlo. Igual no te dicen nada, y todo esto acaba en vía muerta. O igual te dan sus apellidos y una nueva vía para buscarlo. ¿Sabes que te digo? Que una buena locomotora resiste como nadie el paso del tiempo.