27 de septiembre de 2009

Conocí a una estrella

Anoche la entrega de premios del Festival de San Sebastián me emocionó. Después de premiar a películas que nunca veremos, llegaron los premios gordos: guión, actriz, actor, director... Y por si todavía no lo sabes, la Concha de Plata al Mejor Actor fue para Pablo Pineda, protagonista de "Yo, también", y primera persona con Síndrome de Down en conseguir este galardón. ¿Y por qué me emocionó? Pues te cuento.

Conocí a Pablo en la biblioteca de la Facultad. El primer día, evidentemente, me llamó la atención verlo allí, inmerso en un libro de gran volumen que parecía querer aprenderse de memoria, repitiendo lo que leía en voz bajita. Al poco tiempo, Pablo se convertía en el primer chico con Síndrome de Down en conseguir un título universitario. Licenciado en Pedagogía, creo. El País Semanal le dedicó una portada. "Anda mira, a este hombre lo conozco yo", pensé cuando vi su foto.

Y ahora, esto. Primer licenciado, y primer actor premiado en San Sebastián (que lejos quedan los tiempos en que Médico de Familia nos descubría todo lo que son capaces de hacer estas personas). Al parecer, no todo el mundo estaba de acuerdo con la elección, sobre todo por haber otros candidatos "de peso" que se han quedado en la estacada (Ricardo Darín, Robert Duvall...). Pero, que quieres que te diga, cuando lo ví anoche recoger su premio, y dando las gracias en varios idiomas, me acordé de sus esfuerzos en la biblioteca, de la portada del dominical de El País, y lo único que podía pensar fue "Pablo, que grande eres".

Ahora sólo queda ver la película, y esperar que este sea sólo el principio de una prometedora carrera, en el cine en particular, y en la vida en general.

11 de septiembre de 2009

Dancing queen

Lucía, minifalda o vestido corto, siempre con escote, eso sí.
Lucía es la reina de la pista, y lo sabe, y le gusta, y lo explota como nadie.
Sabe que cuando baila, todo a su alrededor existe sólo por y para ella:
las luces, la música, la gente, el humo, todo.

Lucía, pelo castaño, zapatos sin mucho tacón.
Sería capaz de bailar horas enteras, sobre todo si sabe que le miran.
A veces alguno se le acerca, baila con ella y, si Lucía está de buenas, le mete mano,
luego él se va, y ella sigue bailando.

Lucía, ojos marrones, las uñas pintadas del mismo color.
Siempre ha sido así, desde que empezó a salir por las discotecas.
La primera vez que bailó acabó en el centro de la pista,
se sentía la estrella, el centro de atención, el centro del universo.

Lucía,
Dice que nunca le han atraído el alcohol ni las drogas.
Tampoco es amiga de los adornos, ni de la cirugía estética.
Lucía es sólo cuerpo y música.
Porque Lucía sabe que, cuando baila, se convierte en la reina de la pista.