5 de mayo de 2011

USA (iuesei)

¿Por qué la noticia de la muerte de Bin Laden recuerda tanto a una película de Steven Seagal? ¿Por qué parece que toda la operación militar, más que estar dirigida por el Pentágono, la ha producido Jerry Bruckheimer? ¿Por qué a los americanos les mola tanto pensar que, una vez más, su país y su presidente (ese mismo al que le echaron para atrás todo un proyecto de sanidad pública, y que recientemente tuvo que mostrar publicamente su partida de nacimiento para verificar sus origenes estadounidenses), han acabado de una vez por todas con los malos? ¿Por qué son tan cutres que cuesta creerse que, después de 10 años con toda la CIA buscandole cual Wally, han llegado los Hombres de Harrelson y el Equipo A, han acabado con el terrorismo islamico en dos patás, pero oye, como no sabían que hacer con el cuerpo, han decidido arrojarlo al mar? ¿Por qué Washington dice ahora que no quieren enseñar las fotos del cadaver para no cabrear al personal, como si el mero hecho de que hayan asesinado a su líder espiritual no les bastara para montar otro 11-S? ¿Por qué a Saddam Hussein (otra forma de terrorismo) lo detuvieron, juzgaron, condenaron y finalmente ejecutaron, y a este directamente lo han quitado de enmedio? ¿Por qué, en la comparecencia de Obama tras conocerse la noticia, mientras lo escuchaba hablar de victoria y seguridad nacional, se me apareció el fantasma del Bush "pre-foto de las Azores"? ¿A que espera Obama para llamar a MRW y que vayan a su casa a recoger el Nobel de la Paz? ¿Por qué intentan colarnos una noticia que genera tantos interrogantes y que hace que, de una u otra forma, dudemos de su veracidad? ¿Y por qué intentan hacernos creer que esta noticia significa la salvación perenne de toda la humanidad? ¿Por qué?

27 de marzo de 2011

La tumba de las luciérnagas

En 1988, Isao Takahata, director de Heidi y Marco, nos trajo una obra maestra, "La tumba de las luciérnagas", y nos dejó muy claras dos cosas:

1) Que el ser humano no debe apoyar nunca jamás una guerra.
2) Que el ser humano tiene una notable incapacidad para aprender de sus errores, tal y como demuestra el hecho de que, 70 años después de aquella, todavía no hayamos conseguido el punto 1).

Si quieres, puedes verla tú mismo y me cuentas.

25 de marzo de 2011

Sinsentido

Hace un mes nos dijeron: Bajaremos el limite de velocidad a 110 km/h para así ahorrar gasolina y contribuir a la sostenibilidad del medio ambiente y la economía del país.

Ahora nos dicen: Que los conductores noveles circulen a menos de 80 km/h durante el primer año de carné "carece de sentido".

Pero se supone que, a menos velocidad, más ahorro.

Y se supone también que la reducción del limite de velocidad disminuye el numero de accidentes (aunque yo, yendo a 110, sigo viendo a los mismo cafres por la carretera a 140).

Entonces, ¿no tendría precisamente ahora mucho más sentido mantener el limite de 80 km/h en los noveles, ya que así conseguiriamos mucho más ahorro energético y unas carreteras mas seguras?

En fin, si alguien conoce la respuesta a este sinsentido, que me lo diga. Aquí le espero.

13 de febrero de 2011

Mi hermanito de la luna

A veces los domingos por la mañana traen sorpresas como esta.

Una visión del autismo llena de ternura y cariño hacia aquellas personas que parece que sueñan con volver a la luna.

Y tambien un homenaje a todos aquellas familias que día a día luchan por poderlos mantener un ratito más en la Tierra.

Podeis verlo aquí.

5 de enero de 2011

Humo

Año nuevo, vida nueva. Si hace diez años andabamos a vueltas con el con que si el mundo se acababa o no, que si el cambio de siglo era en el 2000 o el 2001, que si con el nuevo digito las maquinas se iban a volver locas, que si ya veras cuando llegue el euro, que los líos que se van a montar los viejecitos para comprar, que si no hay derecho no lo hay no lo hay... Ahora, diez años después, habremos cambiado y avanzado en muchas cosas, no digo que no (sabemos manejar el mp4 y el iphone, mandar emails y hablar por skype), pero sin embargo, mantenemos intacta, igualita que el primer día, nuestra capacidad de debatir, polemizar y, como no, de echarnos las manos a la cabeza. Lo que nos gusta un apocalipsis oiga. Y si entonces nos preocupaba como se iba a despertar nuestra lavadora el día de año nuevo, este año España entera anda como mosqueada por otra cuestión de interés público nacional: la nueva ley antitabaco, es decir, que a partir de ahora, fijese usted, no se puede fumar en los bares.

Como digo, a polemizar y sacar los colores no nos gana nadie. Así que con esto (quitar los ceniceros de los bares, coartar la libertad intrinseca al fumador, donde va a parar), no nos ibamos a quedar atrás. Dos días escasos llevamos, y ya se escuchan voces para todos los gustos, unas mas altas que otras, eso sí. Porque una de las claves de las polémicas es conseguir que tu voz suene más fuerte que todas las demás, preguntale a María Patiño. Señores, el debate, la furia y la indignación, ya están en la calle. Los hay con muchísima razón, como los hosteleros que se quejan de que la ley llega tarde, que ya podían haber avisado hace unos años y se hubieran ahorrado el dineral que tuvieron que invertir en la reforma de su local, y que ahora se tienen que comer con patatas. También están los rebeldes sin causa, que dicen que de ley nanay, que en su bar se va a seguir fumando porque sí, y que si no les gusta, que vaya la Pajín y les diga algo, que ellos mismitos le echan el humo de su cigarro en toda la cara. Posiblemente a este grupo pertenezcan esos individuos que hoy ocupaban los informativos por agredir a quien les informaba amablemente de que donde estaban (un bar, la puerta de un hospital) no se podía fumar. Luego están los extremistas, que comparan la nueva normativa con el holocausto nazi (por aquello de la persecución), o los que se echan las manos a la cabeza pensando en los nuevos fenómenos que esto puede originar: por ejemplo, si no les dejan fumar en la discoteca, los jovenes se reunirán en la puerta para fumar y, oh rayos truenos y centellas... nacerá el cigarrón!!! Y por último están las voces políticas, las del Gobierno que apuntan a la cantidad de gente que va a poder dejar por fin el maldito vicio mortal, y que animan a denunciar a tu compañero de mesa si lo ves echándose un piti en el bar de al lado de la oficina; y las de la oposición, a las que por supuesto todo esto les parece una soberana tontería, y que hablan de una cortina de humo (valga la redundancia) para que la gente se fije en lo que deja de entrar en sus pulmones, y no en su bolsillo.

En fin, voces y opiniones para todos los gustos, que cada uno coja la que quiera y la incorpore como suya. En lo que a mí respecta, sí me gustaría hacer una pequeña observación: es cierto que la nueva ley tiene, no sólo un mucho de despropósito (comparto la indignación y el sentimiento de estafa de los hosteleros, y la sensación de caza de brujas y criminalización de los fumadores), sino también varios puntos que pueden caer en lo absurdo (por ejemplo: no se puede fumar en la puerta de un colegio porque hay niños, tampoco en los parques. Bien, ¿qué pasa entonces si estás fumando en la puerta de un museo - dónde si se puede - y de repente llega una excursión escolar?), pero también tiene algo muy bueno. Porque de entre todas estas voces, también deberíamos escuchar a las de aquel grupo de personas que llevamos fumando toda la vida sin haber dado nunca una calada a un cigarro; que no podemos dejarlo aunque queramos, porque nunca decidimos empezar; que si nos quejamos porque nos molesta el humo, nos llaman intolerantes. A esas voces me sumo desde ahora mismo, porque oye, estareis conmigo en que el poder estar en un sitio sin tragar el humo del de al lado, y llegar a casa sin que la ropa huela a tabaco, también tiene su puntito.

Y por cierto, ¡feliz año nuevo!

5 de noviembre de 2010

El caracol en casa

Hace casi 7 años fue el primero, eramos cinco, cuatro, ocho... según el día. Fue el primero, digo, y estaba casi todo por aprender, desde las habilidades para manejar el fuego de la cocina hasta el arte de compartir un sofá.

Luego fuimos cuatro, alternantes, pero siempre cuatro. Vivíamos en el fin del mundo (ahora es casi el centro de la ciudad), y será porque estuve más tiempo, fue el primero que empecé a sentir como mi casa. Hice grandes amigos además, con algunos todavía mantengo el contacto. Y, eso sí, tuve que forzarme a perder el miedo a las alturas, estabamos en un noveno. Y el miedo a la enfermedad mental, hay quien lo duda, pero oficialmente concluimos que nuestra casera estaba loca.

Después vino el cambio de ciudad, y fuimos dos, uno y medio... hasta que al final uno y uno, que de vez en cuando coincidían en el pasillo. Empezó bien pero se empezó a hacer cuesta arriba. Un día me cansé de subir, y decidí ser solo uno.

Y llegué al cuarto, que en realidad era un segundo, todo un año sin ascensor. Empezaba la vida en solitario, en una casa igual demasiado grande, pero a la que tres años después terminé cogiéndole cariño. Esa si fue mi primera casa. Por cierto, en tres años crucé palabras con los vecinos igual en no más de cuatro ocasiones, no podía evitar dejar de sentirme un extraño en el edificio, y mira que le ponía empeño, conste.

Estando en el cuarto llegó también el quinto, algo temporal, poco más de dos meses, y compartiendo de nuevo. Eso sí, en una de las mejores ciudades en las que he tenido oportunidad de vivir. Además, compartía con dos chicas, toda una experiencia para lo bueno, y para lo malo. Cuando me fui, no entendía quien fundó el mito de que "los pisos de niñas son más tranquilos".

Después otro cambio de ciudad, y el sexto. Seminuevo, amplio y todo exterior. Ático. Duré cinco meses, usé la terraza dos veces, pero los vecinos, sin ellos saberlo, me conquistaban cada vez que me daban los buenos días en el ascensor. Que le vamos a hacer, melancólico que es uno. Los dueños se separaron y tuve que dejarlo, me sentí como los hijos de los padres divorciados, pagando el pato sin tener culpa de nada.

Y ahora el septimo. Este es más pequeñito pero también más acogedor. Llevo una semana y de momento los vecinos tienen costumbre de saludar. Es un tercero y no tiene terraza, pero oye, menos que limpiar. Y el casero me recuerda a veces a la loca del fin del mundo, aunque parece una persona sensata en el fondo. Sea como sea, de momento me quedo aquí, en principio por un año, espero que al final por algo más. Y que el octavo tarde en llegar, porque mira que cansa estar toda la vida haciendo la maleta.

6 de septiembre de 2010

Que viene el lobo!

A estas alturas del cuento, me parece que a ETA con las treguas le está pasando lo mismo que al pastorcillo mentiroso.

Con una diferencia:

Cuando el pastorcillo se queda sin ovejas te da lastima, y te entran ganas de acercarte a su cabaña, echarle el brazo por encima del hombro, y decirle "Mira hombre lo que te ha pasado, ya sabes que, para que no te vuelva a ocurrir, no debes contar más mentiras". Y, si te lo puedes permitir, le regalas una oveja de las tuyas para que vuelva a empezar.

Pero con estos es distinto. Aquí, lo único que queremos es que aparezca el lobo, y termine con el cuento para siempre.