Lo nuestro empezó por casualidad, hace más de media vida. Rondaría yo los diez años, quizás algo más, y una tarde, echando la siesta con mi madre, descubrí que debajo de la almohada ella se ponía un transistor. Me gustó la idea, y me la quedé para mí. Como digo, de esto hará unos quince años y, ahora que lo pienso, desde aquel día la radio no ha salido de debajo de mi almohada. Bueno, o sí. Vamos por partes.
Como es natural, lo primero que hice fue conseguir un aparato como aquel (posiblemente fuera el de mi madre, no me acuerdo bien), y meterlo por las noches debajo de mi almohada. Por aquel entonces me costaba dormir, y aquello me ayudaba. Recuerdo también que empecé con los 40 principales. Tendría unos once años, aquella era la música que todos escuchaban y, además, hacía que la oscuridad diera menos miedo. ¿Qué mas se podía pedir?
Y bueno, después de esto, llegó el día en que se le acabaron las pilas al transistor para siempre y llegó el equipo de música, regalo del banco. A su favor diré que entró en mi casa allá por el año 92 y, sin embargo, todavía me acompaña por las noches cuando duermo allí. Pues eso, cambiamos de aparato y, con el tiempo, los 40 principales dieron paso a otro tipo de radio. Descubrí que en la cadena SER había un programa de cine, el Hablar por hablar, y otros espacios que, poco a poco, fueron dejando sin sitio a los 40. Además, eso suponía empezar a escuchar "radio seria" y, por tanto, hacerse mayor. Qué cosas.
En fin. En esas andábamos cuando, sin darme cuenta, me hice mayor de verdad y me fui a estudiar fuera de casa. Lógicamente, en el equipaje no podía faltar una radio - despertador, regalo nuevamente del banco y que, al igual que el equipo de música, lleva casi diez años al pie del cañón, sin dar un sólo problema (Por desgracia, ahora creo que sólo regalan vajillas, así que espero que esta me dure al menos diez años más). Y si hay algo que pueda asegurar sin temor a equivocarme es que, a partir de ese momento, empezaron los verdaderos descubrimientos, a uno y otro lado de las ondas. Así conocí M80, la Gramola, Gomaespuma, Hora 25, Hoy por hoy, A vivir que son dos días, el programa de Alfonso Arús, las noches con Onda Cero y el monaguillo, Radio Nacional y La Transversal... digamos que empezó un proceso de socialización en todos los sentidos. Empezaba a conocer a nueva gente, con nuevas ideas, que me hablaba de nuevos programas, y que me enseñó que la radio, y la vida en general, era mucho más de lo que yo creía hasta entonces. También aprendí que a veces puedes encontrar la canción que necesitas para superar el mal de amores. Ya te digo, un mundo nuevo.
Y así llegamos hasta hoy, quince años después de aquella tarde de siesta. A lo mejor te preguntas que por qué te cuento todo esto, que a quién puede interesarle. Si te digo la verdad, no sabría que contestarte. Sólo te podría decir que, en estos tiempos de contraprogramación, telebasura y
guerras de audiencias, me viene a la memoria una película de Woody Allen en la que las verdaderas estrellas del espectáculo eran la gente de la radio. Y, sinceramente, sería una pena que un día nos demos cuenta de que, ahora sí, el video ha acabado con ellas.
Por cierto, ahora, cuando voy en el coche, suelo escuchar de nuevo los 40 principales. Va a ser verdad que era un buen remedio para el miedo a la oscuridad.
Como es natural, lo primero que hice fue conseguir un aparato como aquel (posiblemente fuera el de mi madre, no me acuerdo bien), y meterlo por las noches debajo de mi almohada. Por aquel entonces me costaba dormir, y aquello me ayudaba. Recuerdo también que empecé con los 40 principales. Tendría unos once años, aquella era la música que todos escuchaban y, además, hacía que la oscuridad diera menos miedo. ¿Qué mas se podía pedir?
Y bueno, después de esto, llegó el día en que se le acabaron las pilas al transistor para siempre y llegó el equipo de música, regalo del banco. A su favor diré que entró en mi casa allá por el año 92 y, sin embargo, todavía me acompaña por las noches cuando duermo allí. Pues eso, cambiamos de aparato y, con el tiempo, los 40 principales dieron paso a otro tipo de radio. Descubrí que en la cadena SER había un programa de cine, el Hablar por hablar, y otros espacios que, poco a poco, fueron dejando sin sitio a los 40. Además, eso suponía empezar a escuchar "radio seria" y, por tanto, hacerse mayor. Qué cosas.
En fin. En esas andábamos cuando, sin darme cuenta, me hice mayor de verdad y me fui a estudiar fuera de casa. Lógicamente, en el equipaje no podía faltar una radio - despertador, regalo nuevamente del banco y que, al igual que el equipo de música, lleva casi diez años al pie del cañón, sin dar un sólo problema (Por desgracia, ahora creo que sólo regalan vajillas, así que espero que esta me dure al menos diez años más). Y si hay algo que pueda asegurar sin temor a equivocarme es que, a partir de ese momento, empezaron los verdaderos descubrimientos, a uno y otro lado de las ondas. Así conocí M80, la Gramola, Gomaespuma, Hora 25, Hoy por hoy, A vivir que son dos días, el programa de Alfonso Arús, las noches con Onda Cero y el monaguillo, Radio Nacional y La Transversal... digamos que empezó un proceso de socialización en todos los sentidos. Empezaba a conocer a nueva gente, con nuevas ideas, que me hablaba de nuevos programas, y que me enseñó que la radio, y la vida en general, era mucho más de lo que yo creía hasta entonces. También aprendí que a veces puedes encontrar la canción que necesitas para superar el mal de amores. Ya te digo, un mundo nuevo.
Y así llegamos hasta hoy, quince años después de aquella tarde de siesta. A lo mejor te preguntas que por qué te cuento todo esto, que a quién puede interesarle. Si te digo la verdad, no sabría que contestarte. Sólo te podría decir que, en estos tiempos de contraprogramación, telebasura y
guerras de audiencias, me viene a la memoria una película de Woody Allen en la que las verdaderas estrellas del espectáculo eran la gente de la radio. Y, sinceramente, sería una pena que un día nos demos cuenta de que, ahora sí, el video ha acabado con ellas.
Por cierto, ahora, cuando voy en el coche, suelo escuchar de nuevo los 40 principales. Va a ser verdad que era un buen remedio para el miedo a la oscuridad.
2 comentarios:
Qué grandeeeeeee.
Me ha encantao.
Pues que quieres que te diga, que me encanta que te encante. Encantado ;)
Publicar un comentario